-Lo rindo. Tengo fé. Si no se me va a juntar con el otro final y es para
quilombo. Además ¿qué pierdo si lo rindo
mal? Si todos lo rinden mal.
Tras copiar ese mensaje en más de cinco conversaciones por
Whatsapp, dos por Facebook y repetírselo a su familia y a sí mismo durante
días, el joven había tomado la decisión.
Con la cursada terminada hace semanas y la fecha de examen inminente, la
posibilidad de no rendir lo perseguía en sus sueños, en sus silencios. Los
rumores, los consejos, no eran alentadores:
“Todos la rinden mal en la primera fecha”, “¿Estás loco? Si
la rendís ahora se te van a cagar de risa”, “¿Te vas a presentar a dos de las
materias más importantes de la carrera con una semana de diferencia?”